El caso es que esto ocurrió un día de tormenta. Si hay algo que me encanta es tener sexo escuchando la lluvia y los truenos. Y ésta fue una gran oportunidad.
Ella es bajita como yo, joven, 21 añitos. Yo tengo el doble y a ella eso le encantaba. Luego de arreglar con ella dos horas, me puse tranquilamente a disfrutar de la situación. Bastó con que se quitara la blusa y se asomaran unos tremendos pechos. Semejante visión me sacudió. Nos desnudamos junto a la ventana mirando la lluvia y se nos ocurrió salir y mojarnos mientras nos dábamos los primeros besos y caricias. Nos caímos de la risa. Sí, caímos pues ella resbaló y yo fui muy torpe para sujetarla y me fuí al piso también. Reíamos, nos besábamos y yo le metía manos por todos los lados. Luego de unos minutos, entramos, nos duchamos juntos con agua caliente, nos secamos mutuamente y fuimos a la cama.
Ahí comenzó un PETE maravilloso, se detuvo, me puso los pechos en la cara para que se los chupase. No me hice de rogar. Le pregunté: ¿Ya se acabó el PETE? Me respondió: Si querés que siga, dejame hacerte un masaje prostático. Obviamente, no me negué. Sabe hacer buenos petes y buenos prostáticos.  Ahí nomás se fue el primer polvo.